En el diario de su primer
viaje Colón ya dejó escrito como aquella gente que habitaba aquellas tierras
creían que los españoles eran venidos del cielo. Aunque Colón trataba de
explicarles que venían de un reino que estaba en este planeta, al otro lado del
Océano y que lo que quería era localizar al Gran Kan de China, la idea de la
procedencia divina era difícil de erradicar de la mentalidad indígena.
Unas tres semanas después de
haber descubierto la nueva tierra, el 6 de Noviembre de 1492, Colón toca tierra
de Cuba. Envía a dos hombres para que se adentren hacia el interior y exploren
el terreno. Cuando regresaron estos dos hombres dijeron que “los indios les
habían recibido con gran solemnidad, les habían aposentado en las mejores
casas, les tocaban y besaban las manos y los pies, dándoles a entender que les
creían llegados del cielo. Nada más llegar
a la población, los más importantes de allí les habían transportado en brazos
hasta la casa principal donde les dieron dos sillas para que sentaran mientras
todos los indios se sentaron alrededor de ellos en el suelo”.
Es significativo como les
ofrecen las sillas, que no tenían el uso que actualmente les damos para comer o
trabajar al lado de una mesa. Los indios comían en cuclillas o sentados sobre
un tronco o una roca. Las rústicas sillas en aquella sociedad paleolítica eran una
especie de tronos donde sólo se sentaban los caciques y la gente más principal.
Y sentarse en el suelo alrededor del que estaba en la silla era un símbolo de
sumisión y de adulación al poderoso sentado.
El que los indígenas
creyeran que los navegantes españoles eran dioses o enviados de los dioses era
útil para Colón para evitar enfrentamientos. Pero por otro lado, Colón estaba
imbuido del espíritu comercial. Su afán era encontrar al Gran Kan chino y localizar
especias. Llevaba muestras de especias en unos tarros y a todos los indígenas
que encontraba se las mostraba por ver si las conocían y sabían donde
obtenerlas.
El hecho de que los
indígenas les considerasen seres divinos o semidivinos hacía que quisieran
complacerles o no disgustar a los españoles y solían contestarles que sí,
que eso había por acá, por allá o por acullá, aunque no había realmente. Eso
conducía a inducir falsas esperanzas a Colón y posteriores decepciones.
Actualmente hay mucha gente que ante cualquier suceso atmósferico que no sabe explicar cree que es de origen extraterrestre, provocado por alienígenas que nos visitan. Ni las explicaciones científicas sobre el raro suceso les convence de que no hay tales seres extraterrestres en ese suceso. No es raro que los indígenas de tierras americanas fueran difíciles de convencer de que aquellos navegantes no venían del cielo o de otro mundo del más allá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario